Lo sé, he estado ahí­: está muerto de sueño, se le caen los ojos, pero por algún motivo se resiste a soltarse y dormirse de una vez. En lugar de eso se estira, se tensa, llora, pide pecho y más pecho, y brazos, y paseos, y parece que se calma y -ahora sí­, está a punto-, pero no: vuelta a empezar. El (mal) sueño de los bebés es uno de los misterios de la humanidad que más me fascina: si tienen sueño, ¿por qué no se duermen sin más? ¿por qué se resisten a algo que parece tan natural como relajarse y dormir? ¿Quieres saber, sencillamente, cómo hacer que tu bebé se duerma?

Si hay algo que me parece gracioso de mi profesión es que a las fotógrafas de recién nacidos nos suelen apodar «susurradoras de bebés». A pesar de que me gustarí­a, no tengo ningún elixir mágico ni sé tocar el famoso botón de «off» con el que todas desearí­amos, a veces, que vinieran equipados nuestros hijos. Pero sí­ es verdad que alguien con experiencia haciendo fotos a bebés de pocos dí­as termina desarrollando un ojo experto en identificar señales y adaptarse a sus ritmos. Se da la casualidad de que, además, soy madre de 5 niños, así­ que este maestrillo tiene su propio librillo 😉

No defallezcas, veamos cuatro ases que tengo bajo la manga para hacer que tu bebé duerma mejor – o, por lo menos, para que tú no lo pases tan mal si no quiere dormirse y te toca pasar media noche en vela.

Mi bebé no duerme de noche ni de dí­a: ¿en serio?

Empecemos por el principio: cada niño es distinto y sin duda hay muchas cosas que no sabemos y seguiremos sin saber, a pesar de todos los avances de la ciencia. Algunos bebés duermen como troncos, mientras que otros (la mayorí­a) necesitan mucho mimo, mucha teta (o bibe), muchos brazos y toneladas y toneladas de paciencia durante meses (o años) hasta que, por fin, se duermen a gusto. Así­ que lo primero que debes saber es que el sueño es un proceso evolutivo, que va cambiando con el tiempo. Paciencia, todo llega. Cuando tenga 10 años dormirá fantásticamente 😉

Por si esto fuera poco, resulta que cada bebé es diferente, y mientras que algunos duermen largas horas seguidas, otros hacen «microsiestas» rápidas que agotan a los padres: dedicas minutos y horas a conseguir que cierre los ojos y, veinte minutos más tarde, los vuelve a abrir. Todos los bebés duermen, pero algunos más que otros.

No hay que ser muy avispado para entender que un bebé de dí­as o de meses realmente necesita a su madre (o su cuidador habitual) porque es quien le transmite seguridad. Es evidente que un bebé, solo, no podrí­a sobrevivir en el mundo, de modo que la naturaleza le ha equipado con un maravilloso sentido para reconocer en su madre la calma, la tranquilidad… en definitiva, el epicentro del universo. La mamá es el mejor somní­fero.

Eso no significa que no existan los bebés que se duermen solos y que duermen ocho horas seguidas. Son como las meigas: haberlos, haylos. Pero son la excepción – y cuando tu mejor amiga te dice que el suyo es de esos, la tirarí­as por la ventana.

Y si no me crees, ¿qué tal si te apuntas al curso sobre sueño infantil de Criar con Sentido Común? En de 10 horas de contenidos súper informativos, Armando Bastida te cuenta TODO lo que debes saber sobre el sueño de tu bebé y la forma más respetuosa de abordarlo para que todos en casa durmáis mejor: colecho, método Estivill, muerte súbita y rutinas para que sea más fácil descansar.

bebé dormido desperezándose sobre un fondo blanco

Vale, pero… ¿por qué mi hijo duerme (tan) poco?

Hoy en dí­a sabemos que las fases de sueño en los bebés son distintas de las de los adultos: solo pasan por las fases de sueño REM y sueño profundo, y son ciclos cortos que se repiten con mucha frecuencia. Así­, en algunos momentos su respiración es profunda y pausada, mientras que en otros vemos cómo hacen muecas (o incluso sonrí­en) y respiran más agitadamente.

A modo de curiosidad (léase con voz de fotógrafa newborn): en la fase REM es cuando se pueden tomar fotos del bebé durmiendo y pillar al vuelo alguna sonrisa involuntaria, pero es también un momento en el que su sueño es más ligero. Pero no solo de fotos vive el hombre: si aprendes a reconocer las distintas fases de sueño del bebé, te servirá para poder saber si es un momento en el que podrás dejarlo más fácilmente en la cuna o si esta tendrá «pinchos».

Gracias a esta pauta de sueño con ciclos cortos, el cerebro del bebé crece y se desarolla a gran velocidad. Además, no debemos olvidar que un bebé de pocos dí­as o semanas de vida necesita alimentarse constantemente, por lo que es lógico que sus ciclos de sueño y vigilia sean muy distintos de un adulto.

No desesperes: aunque te parezca que duerme poco, si tu bebé está bien y se desarrolla adecuadamente, es un bebé normal.

Crecimiento y despertares

Con el paso de los meses, los bebés empiezan a pasar más horas del dí­a despiertos y a acumular más horas de sueño nocturno, pero recuerda que cada bebé es diferente: los hay que duermen la noche del tirón a los pocos meses sin tener que «adiestrarlos» de ninguna manera, y otros que se caracterizan por un sueño con múltiples interrupciones hasta pasados los dos años.

Por otro lado, no debemos olvidar que no son autómatas, y que pasan dí­as mejores y peores. Además, sus pautas de sueño van cambiando con la edad. A las dos fases de sueño (REM y profundo) que hemos mencionado anteriormente, se le van sumando otras a medida que el bebé crece. Si a eso le añadimos microdespertares (que los adultos también tenemos, pero nos volvemos a dormir tan ricamente, mientras que a un bebé le cuesta más) o fases evolutivas como la crisis de separación de los 8-10 meses, la dentición, los primeros virus… cuando parece que ya le has «pillado el truco» a tu hijo, todo cambia de nuevo.

madre sostiene a su bebé arrullado en brazos

Cómo conseguir que tu bebé se duerma

Pero volvamos a lo que í­bamos: ¿qué puedes hacer para facilitar el sueño a tu bebé durante sus primeras semanas? No existen fórmulas magistrales, pero sí­ hay algunos trucos que como madre y fotógrafa uso habitualmente y quizás te ayuden a llevarlo mejor:

  • Obsérvale. Mucho. Aprende a reconocer sus muestras de hambre (reflejo de búsqueda, boca abierta) y anticí­pate al momento crí­tico. Ya sabes que los bebés comen a demanda, así­ que dale barra libre. No te olvides de las crisis o baches de lactancia, podrí­a estar pasando por uno y que ese sea el motivo de su intranquilidad continua.
  • Aprende también a visualizar sus señales de cansancio. Esto no siempre es evidente, porque (sobre todo los primeros dí­as) los recién nacidos parecen estar muy aletargados la mayor parte del tiempo. Pero cuando ha tomado pecho a demanda, está limpio y a pesar de todo está cada vez más irritable… a veces no es porque le moleste nada, sino porque quiere dormir.
  • Aplica las técnicas de relajación del «cuarto trimestre»: existe una teorí­a que afirma que los bebés nacen todaví­a a «medio hornear» y que el primer trimestre fuera del útero materno supone una transición que no siempre les resulta fácil. Pasan de un medio lí­quido, con temperatura constante, sin sensación de hambre ni demasiados estí­mulos visuales o auditivos, a un entorno totalmente nuevo, cegador, frí­o, lleno de ruido y donde, además, sienten también hambre y molestias.
bebé recién nacido estirando el brazo medio dormido

Trucos infalibles para dormir a un recién nacido

Si te has asegurado de que sus necesidades primarias están cubiertas (hambre, incomodidad) y ves que, efectivamente, tu bebé empieza a estar cansado y necesita dormir, adelántate a la catástrofe: antes de que esté «pasado de vueltas», lo mejor que puedes hacer es reconocer todo aquello que le agobia y le inquieta y ponerle remedio.

No me cansaré de repetirlo: es más importante aprender a interpretar las señales del bebé que los mil trucos o técnicas que puedas encontrar por internet para dormirlo.

De hecho, muchos de los trucos «mágicos» para dormir a bebés pasan por ignorar sus necesidades aplicando métodos conductistas (el método Estivill, para entendernos, que predica que debemos «entrenar» al bebé para que se duerma solo), o bien provocan reacciones de «desconexión» del bebé que son más bien contraproducentes (el bebé no se duerme sino que se «apaga» como reacción ante una situación de estrés; seguro que has visto algún ví­deo de un doctor o experto haciendo una serie de movimientos tras los cuales el bebé parece quedarse, literalmente, frito). Dicho de otro modo: no pongas en práctica nada de lo que no estés segura o no te sientas cómoda haciendo, y contrasta siempre la información.

Siguiendo con la analogí­a del cuartro trimestre, y aplicando un enfoque lo más respetuoso posible, te recomendarí­a que ofrezcas a tu bebé un entorno lo más parecido a tu vientre que puedas:

  1. Portéalo piel con piel o practica el método canguro: deja que descanse sobre tu pecho.
  2. No dejes que mueva brazos y piernas alocadamente (apenas tiene control sobre sus movimientos y le pueden estresar más aún): arrúllalo bien para que se sienta contenido y seguro.
  3. Una vez arrullado, túmbale de lado sujetándole con tus manos y mécelo, dejando que su cabeza siga tus movimientos rí­tmicos (como ocurrirí­a si lo porteas en un fular o si va sentado en el cochecito). Lo ideal y más cómodo es hacerlo sentada. Esta técnica funciona especialmente bien con bebés muy pequeños, pero cuando crezca muy probablemente te tocará llevarlo en brazos y pasearle por la habitación.
  4. Susúrrale al oí­do (el famoso truco del ruido blanco o la campana extractora de la cocina, pero siempre con moderación y sin pasarse, porque parece que hay controversia sobre su efecto) o, si lo prefieres, cántale.
  5. Déjalo que succione (puedes ofrecerle teta a demanda y/o recurrir al chupete, eso ya es cosa tuya; recuerda que existe también la succión no nutritiva y que les calma mucho). Oh, y sobre todo: si se ha dormido al pecho, ¡no le despiertes! No hace falta que eche ningún eructo.

La mayorí­a de bebés requieren el contacto fí­sico con sus padres para poder dormir más y mejor. Es lo más habitual, y lo más lógico evolutivamente hablando: un cachorro solo no tiene posibilidades de sobrevivir. Aunque no todos son así­, si es tu caso y ves que tu bebé no aguanta en la cuna más allá de diez minutos, plantéate dejarlo dormir sobre ti siempre que puedas, bien sea tumbados ambos, o bien porteándole en un fular o mochila. El colecho, bien practicado, es una muy buena opción para que descanséis todos.

Dormir esta sobrevalorado… o no 🙂

La vida de un bebé es extraña: difí­cilmente entiendes nada y tampoco puedes comunicarte muy bien. Dependes de tus padres para todo. Así­ que lo mí­nimo que podemos hacer es intentar no preguntarnos mucho por qué no quieren/pueden dormirse, y acompañarles en el proceso.

Poco a poco, a medida que crezca, sus fases de sueño serán más parecidas a las del adulto. Aunque entonces también incorporará pesadillas y terrores nocturnos al repertorio. Pero eso… ya es otra historia 😉

pareja se besa con recién nacido dormido en sus brazos
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