Quizás te suena la escena: tu hijo está moní­simo, tienes el móvil o la cámara a punto, pero en cuanto te acercas, se esconde. A tu hijo no le gusta que le tomes fotos: huye, se tapa la cara o se enfada contigo y grita: «¡Fotos, no!». ¿Sabes qué? De vez en cuando, en mi estudio también entra algún niño que no tiene ganas de fotos.

Te contaré por qué algunos niños rechazan que se les tomen fotos y varios trucos que puedes aplicar para ponerle remedio. Y para ello le he pedido consejo a la experta en disciplina positiva Angelica Joya, de Impliquo, probablemente la persona más capaz de darle la vuelta a las situaciones conflictivas con tus hijos.

Índice

  1. ¿Por qué tu hijo no quiere fotos?
  2. ¿Qué puedes hacer para fotografiar a tu hijo en casa?
  3. ¿Cómo fotografiar a tu hijo cuando nace un hermano pequeño?
  4. Recursos para padres que acuden con sus hijos a una sesión de fotos con un fotógrafo profesional
  5. ¿Cómo conseguir captar la mejor cara de tu hijo en una sesión de fotos?

¿Por qué tu hijo no quiere fotos?

Quizás pienses que ha desarrollado una fobia a cualquier cosa que se parezca a una cámara. Pero, para entender por qué no quiere fotos un niño, debemos pensar con su misma lógica. Lo más probable es que tener a su madre persiguiéndole para que se ponga delante del objetivo le parezca… ABURRIDO. Así­ es. No es muy distinto a que te digan «Siéntate bien», «No grites», «Compórtate»…

Para el niño, la experiencia de dejarse fotografiar se convierte rápidamente en un acto pasivo en el que debe obedecer sin rechistar una serie de indicaciones que pueden parecerle de lo más aleatorias. Es decir, se vuelve una actividad sin ningún interés ni aliciente.

Por eso, los fotógrafos infantiles solemos tener una serie de ases bajo la manga con la idea de convertir una sesión de fotos en un juego del que niño es partí­cipe y protagonista. Antes de disparar, hay que acercarse al niño, ganarse su confianza y, sobre todo, tener mucha paciencia. No todos los niños responden igual. No todos tienen el mismo carácter ni les interesarán las mismas propuestas.

La idea que me gustarí­a que retuvieras es que lo importante es disfrutar. Porque para los niños, la vida es juego. Así­ que la mejor forma de conseguir unas fotos preciosas, tanto si las haces tú como si contratas a alguien para hacerlas, es dejarles ser ellos mismos, hacerles propuestas adecuadas a su edad y carácter e implicarse activamente jugando con ellos.

¿Qué puedes hacer para fotografiar a tu hijo en casa?

Imagina que tu hijo está haciendo algo y a ti te parece que está moní­simo. Tú vas corriendo a coger la cámara para inmortalizarlo, te acercas y… él se pone a hacer otra cosa. Le pides que se ponga «como antes», pero no te hace caso. ¿Qué podrí­as hacer para no tener que insistir y que la situación termine en conflicto? 

Angie Joya responde: si quieres que lo vuelva a hacer, lo mejor es: 

  • Prevenir; es decir, sin mencionar en absoluto la situación, ni decir «¿Puedes volver a hacerlo?», simplemente «provoca» la situación otra vez… ponte a jugar a la cocinita tú. O salta tú. Haz tú lo que te gustarí­a que el niño volviese hacer. 
  • Si al cabo de un rato el niño no se «une», puedes pedirle: «¿Me enseñas? Es que tú lo sabes hacer»
  • También podemos probar a sinceros, pero desde el reconocimiento: «¿A ver eso tan chulo que estabas haciendo? ¡Me gustarí­a tenerlo de recuerdo! ¿¿Me ayudas??»

Ese «Me ayudas» es vital, sobre todo cuando hay luchas de poder. Incluso es útil decirle «No puedo obligarte, pero serí­a genial que me puedas ayudar porque me hace ilusión». 

Imaginemos otra situación tí­pica: tus dos (o tres, cuatro…) hijos están jugando entre ellos, y tú coges la cámara. Pero quieres «dirigirles» para que se les vea bien a todos («ponte más cerca de menganito, haz eso, ponte así­ o asá»…). Y PASAN de ti.

Quizás deberí­amos partir de la base de que no necesariamente pasan de ti. La realidad es que, cuando juegan, la mayorí­a de las veces están muy metidos en el juego… por lo que la madre o la fotógrafa es solo una pequeña mosca que les molesta. Teniendo en cuenta esto, tenemos dos opciones:

  • Mantenernos atentos con la cámara cerca, observándoles y esperando a que en algún momento las piezas encajen solas (te sorprenderí­a saber que no es tan extraño!)
  • O bien, moverlos a través del juego. Por ejemplo, si están a contraluz, proponer algún juego o distracción para que se vean forzados a moverse.

¿Cómo fotografiar a tu hijo cuando nace un hermano pequeño?

Imaginemos que el contexto es una sesión newborn con un hermano mayor (o varios), que no quiere sostener al bebé en brazos, no quiere acercarse, etc.

En mi experiencia como fotógrafa, suele pasar a menudo con hermanos relativamente mayores (5/6 años) con muchos celos, y desencadena verdaderas peleas con los padres que no saben qué hacer para conseguir la foto ansiada. Cuanto más insistimos, peor se pone la cosa.

¿Qué cosas podemos hacer los padres (y/o la fotógrafa) para que la situación fluya? Angie acude al rescate:

  • Nunca caer en luchas de poder, porque hace que sea cada vez más difí­cil. El niño puede pensar «Si toman las fotos, mamá gana y yo pierdo». 
  • Mantener la calma, no chantajear y mucho menos diciéndole «Si lo haces, después iremos a…». Porque lo que transmitimos al niño es la idea de que «Ir al fotógrafo es tan caca que me tienen que dar un regalo por haberlo hecho». Además, muchos no entienden lo que son 10 minutos y, a partir de que tú digas: «En 10 minutos vamos a por tu helado si te dejas tomar la foto», el niño solo podrá pensar en el regalo, y será poco paciente con la espera. 

También resulta muy útil ir anticipando paso a paso lo que estáis haciendo: «Ahora cambiaremos la ropa, y después jugaremos y Victoria hará como si fuera una espí­a. ¡Tomará fotos casi sin que lo puedas ver! Ya verás qué chulas» (si son fotos que haces tú misma en casa y no en el estudio de un fotógrafo, puedes adaptar la idea sin problema).

Recursos para padres que acuden con sus hijos a una sesión de fotos con un fotógrafo profesional

  • ANTICIPAR: Los padres deben siempre anticipar muy bien a los niños a lo que van cuando se trata de una sesión. Si tienen 5 o 6 años, es bueno decirles que van al fotógrafo y las razones: «Nos hace ilusión, nos ha regalado esto… etc». Si son más pequeños, puede bastar con explicar que vamos a ir a jugar a casa de una amiga de mamá, por ejemplo.
  • INVOLUCRAR: También debemos intentar involucrarlos al máximo: «¿Cómo te harí­a ilusión que te hiciesen una foto?» Quizás alguna divertida con un disfraz, o quizás con un muñeco que sea importante para él o ella. Es vital que el niño o la niña se sienta implicado y escuchado.
  • RECORDAR: Si los niños ya han hecho otras sesiones con anterioridad, también es importante que se les enseñen las fotos de esas sesiones para mostrarles el resultado. ¡Incluso enseñarle fotos de la fotógrafa! Y decirle: «La fotógrafa se llama… ¿quieres ver sus fotos?». Así­ la cara no resultará completamente desconocida al encontrarse en persona, y pueden entender cuál es su trabajo. 

Todos estos recursos son importantes, porque pueden ayudar a reducir el riesgo de que los niños se bloqueen una vez se encuentren en la situación. Angie Joya insiste en que es mejor aplicarlos en momentos diferentes; no tiene sentido sentar a tu hijo o hija y meterle un rollo interminable 😉 

¿Y si el niño no colabora?

Si el niño o la niña igualmente se bloquea y no quiere hacer lo que se le pide para tal o cual foto (sentarse, besar a su hermano, coger al bebé en brazos, dar un abrazo a mamá, etc.) lo mejor es parar y empatizar con lo que siente: «No te apetece esta foto?»

Seguiremos observando para hacernos una hipótesis de lo que pueda estar sintiendo o pensando: «¿Estás cansado? ¿Estás enfadado porque estamos tomando muchas fotos a tu hermano?». Podemos cambiar de dinámica o escenario para darle un tiempo y luego volver a intentarlo.

Otra opción puede ser empatizar y decirle: «¿Recuerdas lo que dijimos que para qué estamos aquí­?» Y darle dos opciones: «¿Quieres comer algo y luego tomarnos las fotos o prefieres jugar un rato y luego volvemos a intentarlo?» O quizás preguntarle dónde le gustarí­a tomar la foto: «¿En este rincón o en aquel otro?»

En el caso de que haya un hermano recién nacido y que éste sea la fuente del conflicto, podemos decirle: «¿Te parece si nos tomamos una foto solos tú y yo? ¿Y más tarde cuando te apetezca más traemos al bebé?».

Podemos aprovechar esas fotos madre-hijo para hacerse mimos, decirse palabras bonitas y darse abrazos para ayudar a calmar «la amí­gdala» de la madre y del niño mayor.

Nada de chantajes

Cuando nuestros hijos nos «ignoran» porque prefieren explorar el espacio a sus anchas, o hacer cualquier cosa menos dejarse tomar la foto, como madres tendemos a tensarnos y pasamos de la promesa de un premio a la amenaza de un castigo. Suplicamos, insistimos, nos enfadamos… pero esa es casi siempre la peor ví­a posible, sobre todo en según qué edades o con qué caracteres.

Acuérdate de prevenir e involucrar al máximo al niño para evitar que llegue al estudio fotográfico «a regañadientes». Cuando son pequeños siempre es útil pensar «¿Qué es lo peor que puede pasar si… le dejo explorar más … si le dejo hacer esto…? Dependiendo de la respuesta (sobre todo si concluyes que no puedes dejarle explorar con esa cosa porque es peligrosa) es útil decirle o enseñarle lo que sí­ puede hace o explorar.

En todo este tema, también es muy importante que como madre o padre tengamos claro que la fotógrafa respeta los ritmos del niño, y que cuando los adultos nos relajamos, los niños también. Recuerda que las prisas son enemigas de las risas.

¿Cómo conseguir captar la mejor cara de tu hijo en una sesión de fotos?

Para las madres, una sesión de fotos es un acto en el que hemos puesto muchas expectativas. Queremos que todo salga bien, y que nuestro hijo o hija se vea bien, feliz, natural. En definitiva, es un contexto en el que nos volvemos muy perfeccionistas y tendemos a agobiarnos cuando el niño o la niña pone «caras» o no se comporta como esperamos. Dime si te has escuchado alguna vez diciendo esto: «Fulanito, sácate la mano de la boca; no te toques los ojos, cierra la boca, no pongas esa cara, ¡sonrí­eeee!»

¿Qué podemos hacer en este caso?

  • Lo primero, confí­a en la sesión. Hay que tener paciencia y dejar que las cosas sigan su curso, pero siempre sin forzar.
  • Recuerda a qué acudiste a un fotógrafo: para divertirte, para pasar un buen rato en familia. Puedes ser parte activa de la sesión echando una mano en momentos concretos cuando te pidan ayuda, pero a grandes rasgos lo único que debes hacer es relajarte y fluir.
  • Piensa que una foto bonita no siempre es sonriendo a cámara. A veces hay que abrir la mente y dejar que los niños sean niños, con sus muecas, sus bobadas, sus momentos de euforia y también de tristeza o de abstracción. Las mejores expresiones son las naturales, no las forzadas.
  • También puede ser útil plantearte qué fotos son las que tienen prioridad para ti. ¿Cuáles te hacen más ilusión? Y así­ podemos intentar abordarlas en el momento álgido de la sesión, cuando los niños todaví­a están «frescos» y ya nos hemos ganado su confianza. 

En definitiva, suéltate y disfruta. No pienses en la sesión como en un examen de selectividad, sino más bien como un rato de juego y diversión en familia, un rato para conectar con los tuyos de manera natural, sin extravagancias. Confí­a y deja fluir. Recuerda que por un dí­a SÍ pueden saltar en el sofá de una extraña y corretear, e incluso gritar o cantar. El resultado seguro que te sorprende 😉

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