Creo que me pasé medio embarazo pensando cuáles serí­an mis primeras palabras para mi niña. Tumbada en la cama, imaginaba desde frases ñoñas y existenciales hasta mensajes crí­pticos de amor o un simple saludo de bienvenida. Querí­a saborear ese momento, ese encuentro visual, táctil, olfativo. En la sala de partos, cuando finalmente la tuve en mis brazos, solo conseguí­a pedirle perdón, una y otra vez. Perdón, perdón, perdón. Y así­ estuve (creo recordar) un buen rato, sin alcanzar a decir nada más.

La entrada en el capí­tulo vital de la maternidad es toda una transición: desde el momento en que sabes que estás embarazada, te imaginas el parto como el final del recorrido. Y, en cierto sentido, lo es. Muchas mujeres pasan (pasamos) nueve meses preguntando, investigando, consultando información; formándose opiniones, criterios, procurando cuidarse e imaginando todo lo que vendrá después. Después… después vas ajustando sobre la marcha, como puedes, metida en un torbellino de emociones.

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Tengo la suerte de que mi trabajo fotografiando a bebés me ha dado una especie de asiento en primera fila para muchas historias de embarazo, parto y crianza distintas. Y, en ciertos aspectos, todas ellas han ayudado a moldear mi propia opinión, porque el contacto con los padres recientes me sirve para ver también a través de sus ojos. Es al mismo tiempo un ejercicio de aprender a escuchar y a respetar, algo que me parece vital (y no siempre fácil) en un tema que genera posturas enfrentadas: el eterno debate de lactancia materna vs. artificial; el colecho o la cuna; el parto inducido, la cesárea electiva, el parto natural o el parto en casa. He visto bebés grandes y pequeños; prematuros, tardí­os, macrosómicos, sanotes, enfermos. Me han hablado de problemas de fertilidad; de partos exprés, de partos larguí­simos, de lactancias de ensueño y otras llenas de baches. Y de todas y cada una de sus historias me he quedado con un pedacito.

Admito que mi interés por todo lo que rodea a la maternidad ha ido más allá de las paredes de mi estudio; disfruto leyendo y escuchando todo tipo de historias, artí­culos y opiniones. Por eso querí­a aprovechar y animar desde mi rincón a todas las mujeres, a todas las futuras madres, a no dejar de preguntar y consultar. Porque hay mucha información, está al alcance de un clic (o de una llamada telefónica) y vale la pena leerla y que cada una saque sus conclusiones. Porque, a pesar de que hay muchos factores que escapan a nuestro control, somos las primeras que tenemos algo que decir sobre nuestro cuerpo, sobre la forma como queremos parir y criar a nuestros hijos – sea la que sea. Y los demás, que se aguanten 🙂

Así­ que, sin un orden especí­fico, os dejo algunas pistas que quizás os parezcan interesantes: ¿sabéis lo que es el pinzamiento tardí­o de cordón y cuáles son sus beneficios? ¿sabéis cuándo se puede hacer donación de sangre de cordón y para qué sirve? ¿conocéis la existencia de los bancos de leche y su funcionamiento? ¿sabéis que existe una epidural light llamada walking? ¿os gustarí­a pasar la fase de dilatación en casa o mejor en el hospital? ¿habéis leí­do algo sobre los brotes de crecimiento del bebé?  ¿habéis usado alguna vez un portababés, os lo planteáis?

¿Qué cosas os preocupan más del embarazo, el parto o la crianza? Si ya habéis dado a luz, ¿os gustó la experiencia, cambiarí­ais algo de cómo fue? No soy experta en ninguno de estos temas, pero si os puedo echar una mano o remitiros a personas más cualificadas, lo haré encantada.

 

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